31 de diciembre de 2011

LA HISTORIA DE LOBITO

La Historia de "Lobito"

Una historia muy especial fue la de Lobito. Una mezcla de siberiano atrapado por la perrera. Nadie lo reclamó y sus días empezaron a transcurrir. Todos los días lo llevaba junto a otros perros a mi escuela canina donde caminaban, iban al lago y salían del encierro. Era muy, muy viejito y con un lindo temperamento. Nadie lo quería por ser viejo. Compartió muchos días conmigo y comenzó a ayudarme en la tarea de rehabilitar a una perra salvaje, “Reina”, que tenía pánico a la gente y huía porque había tenido muy malas experiencias. Lobito me ayudó a mantenerla cerca, compartieron cañiles (el lugar donde dormían en la perrera) y luego de enseñar a Lobito a subir al auto (porque le tenía miedo), él me ayudó a subir a Reina y juntos aprendieron en la escuela a entrar a una vivienda sin miedo (ambos lo tenían).  Lo que Lobito hacía, Reina repetía. Lo adoptamos transitoriamente para poder continuar con la rehabilitación de Reina y junto a Picassa (otra de mis perras) hicieron el trabajo restante. De a poco Reina pasó a ser mi sombra, y se rozaba a mis piernas. Hoy está en una familia, donde continúan con esta tarea.

Lobito fue finalmente adoptado por una persona que lo vio en la calle con una pechera que decía, “¿Me adoptas?”, pero Lobito se escapaba cada vez que podía y venía a la escuela. Un día se escapó y en la escuela no había nadie. No lo vimos por un mes, y de pronto nos encontramos en la calle. La alegría fue mutua. Hice todo para que se fuera, pero él no lo hizo. Por suerte, porque al otro día casi muere con sus problemas de vejez y un veterinario me ayudó a salvarlo. Desde ese día, Lobito pasó a ser el perro de la escuela. 

                                                        "Lobito", Santiago y Carmela

En febrero de este año, desfiló en la fiesta de los jardines de esta localidad y apareció una señora diciendo que era de ella. Pero Lobito eligió otra vez. Ahora me ayuda a recuperar muchos perros, es mi mano derecha.Siempre me dicen “Que suerte tuvo Lobito”, y seguiré contestando lo mismo; “la suerte fue mía”. 



Adriana Martinelli, directora de la escuela canina, PICASSA, en Villa la Angostura, Neuquén


Gracias a Creando Tu Vida por ceder los derechos de publicación.

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